miércoles, 25 de noviembre de 2015

La imagen de princesa y su estereotípica invitación a perpetuar la violencia de género

Como grupo social, definitivamente damos vergüenza. Y lo peor del caso es que nos ufanamos de ello y creamos elementos que nos lastiman en lo más profundo y no hacemos más que sentirnos orgullosos de ello.

A propósito del día internacional en contra de la violencia de género me topo en el periódico con la publicidad de una reconocida marca de calzado en el que se anuncia un “Manifiesto Antifeminista” y luego en letras muy pequeñas, “cuando nos conviene”. En este folleto se presentan dos fotografías en las que se hace una apología del comportamiento en el que dos mujeres perpetúan el concepto de la mujer desvalida que necesita que el hombre haga todo por ella. Mujeres que perpetúan la imagen de una persona que vale por su imagen, por las prendas que porta que la hacen más “femenina”. En estas fotografías se perpetúa aquella imagen cincuentera en las que las mujeres no podían ser nada más que amas de casa, mujeres que gastan dinero en prendas y que no pueden hacer nada más que ser “bonitas”.
Aunado a ello se encuentran mensajes tan retrógrados como los siguientes: “Las mujers hacemos todo, pero a veces es bueno olvidarse de la igualdad por un momento.” “Por eso somos feministas hasta que nos toca levantar algo pesado.” “Hasta que necesitamos ayuda con las compras.” “Hasta que nuestros zapatos corren peligro.” Pero el peor de todos estos mensajes es el siguiente “Por eso declaramos unánimamente que las mujeres somo feministas y nos comprometemos siempre furiosamente defender la iguladad pero nos reservamos el derecho de necesitar ser rescatadas cuando nos convenga.”

¿De verdad seguimos haciendo cosas como estas? ¿De verdad queremos mantener en el imaginario colectivo este tipo de pensamientos y comportamientos?

Es preocupante que durante años, muchas mujeres han luchado fuertemente para alcanzar lo poco que se ha logrado en distintas plataformas. Sean estas culturales, económicas, artísticas, políticas, etc. Y ahora resulta que se utilizan campañas que botan a la basura todo aquello por que se ha luchado.

Pero la pregunta es ¿qué tiene que ver algo tan “inocente” con la violencia de género? Todo. Absolutamente todo. Inocente no puede ser algo que sigue enviando mensajes en los que mantenemos la idea de que las mujeres deben convertirse en objetos decorativos, imágenes en las que las mujeres deben mantener un estatus de debilidad ante el macho opresor. Porque la violencia de género no solo implica los golpes ni solo los moretones. De acuerdo a la ONU Mujer y Colectivos sin fronteras, la violencia de género puede clasificarse como Física (golpes y maltratos físicos), Psicológica (aquella que daña el autoestima de la persona -y me encanta el uso del término persona-), Sexual (aquella que se apropia de la sexualidad de la persona), Patrimonial y económica (aquella en la que se apodera de los bienes de la persona) y la más sutil y peligrosa la Simbólica (aquella que refuerza estereotipos y roles). Y es allí donde situaciones como las consecutivas campañas de esta marca de calzados hace cosas que de verdad no debería.

Pero no solo son las campañas publicitarias las que son preocupantes. Las claras imágenes de mujeres sufridas y desvalidas en las telenovelas, las imágenes de mujeres que necesitan de hombres que les maltraten física, verbal y sexualmente para sentirse completas (como en las novelitas absurdas escritas por autores sexualmente frustrados dado es el caso de 50 Sombras de Grey y demás escrituchos por el estilo), los concursos de belleza en los que se muestra a las mujeres como pedazos de carne que exhibir o cosas que se han enraízado en la cultura latinoamericana como las fiestas de quince años (en donde se plantea presentar a las niñas como aptas para conseguir marido). Otra de ellas que me puso muchísimo en qué pensar fue la nueva estrategia mercadológica de una compañía de alimentos en la que supuestamente se estimula el elemento creativo de los niños y desarrollar su imaginación. Astronautas y piratas. Fantástico dije yo, cuando tenía que resurgir el concepto necio y asqueante de “princesas”. ¿Es que acaso las niñas no pueden ser algo más que seres desvalidos que necesitan forzosamente de un hombre que las rescate? ¿Es que una niña no tiene derecho a soñar con zurcar mares y visitar tierras lejanas? ¿Es que acaso una niña no puede verse a si misma como una científica que viaje al espacio y recolecte polvo de estrellas? Seguimos frenando las expectativas de millones de niñas como se frena con riendas a un caballo que sirve solamente para servir al amo todopoderoso (y enfatizo en el masculino, por que pareciera que ser mujer es una obligación de servicio ante los hombres desde su nacimiento).

Seguimos marcando las mentes del conglomerado con marcas a fuego que enaltecen la cultura de la violencia contra la mujer. Y no solo a las mujeres sino a los hombres que buscan mantenerlas. Seguimos creando con los mismos malos moldes con los que nos criaron y pocos hacemos algo para que no cambien las cosas. Seguimos desmoronando las frágiles estructuras que mujeres valientes han logrado crear para otras mujeres que vienen luego de ellas. Nos dedicamos concienzudamente a desmantelar los logros que se han obtenido de maneras sistemáticas y contundentes. Y pareciera que no importa.

Ser mujer en la actualidad no debería ser sinónimo de ser acosada en las calles o de necesitar adquirir productos que no necesita para obtener la afirmación de su ser por parte de otros hombres (o peor aún de otras mujeres). Ser mujer no debería significar por necesidad que fuese necesario sucumbir ante las expectativas vetustas.

No todo es tan inocente como se cree, no todo es tan simple como se espera. Y menos en el mundo publicitario. ¿Por qué aún tenemos miedo de presentar a verdaderas mujeres empoderadas luciendo fantásticas sin necesidad de parecer la secretaria sexy de mala película porno? ¿Por qué aún tenemos miedo de presentar mujeres en toda su plenitud sin necesidad de recurrir al cliché de la madre y el ama de casa? ¿Por qué recurrimos a la bella desvalida como sinónimo del ideal femenino?

Sueño con el día en el que una futbolista sea ensalzada en la televisión por su talento y no por ser mujer. Sueño con el día en el que cada mujer que conozco pueda salir a la calle, vestida como se le de la gana y no sea acosada por nadie ni criticada por otras mujeres. Sueño con el día en el que ningún desgraciado controle el dinero que gana ninguna mujer y ella sea capaz de gastarlo en lo que más le convenga. Sueño con el día en el que no se presenten casos de violencia física ni sexual en contra de mujeres, solo porque el imbécil con el que están necesita perpetuar su ego herido y asegurar con cada golpe su mínima humanidad para acrecentar su machismo.


Hace muchos años, cuando era un estudiante de literatura en la universidad nacional, platiqué con una niña mientras me tomaba un cigarrillo. Es la hija de una amiga que migró. Cuando le pregunté qué quería ser cuando fuese mayor ella me respondió que quería ser maestra como su mamá y como su abuela. Yo le pregunté que por qué y ella me respondió que porque ellas le habían enseñado a ella y a otras niñas que podían ser felices siendo ellas, sin importar lo que decidieran ser. Sonreí y pensé que era una utopía. Luego me di cuenta que no lo era, y empecé a desear que no fuese solo un caso aislado en un mar bravío.